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LABIOSGLOSS

CELOS...

CELOS...

 

Me habla de ella y me hierve la sangre.

Sé que soy su amiga, que lo amigos están para eso, que debería alegrarme su felicidad… pero no puedo evitar sentir como si mil cuchillos se hundieran en mi pecho cada vez que la nombra.

No es nada contra ella, porque no la conozco. Es algo contra mí misma. Es darme cuenta de todo lo que ella le ofrece y que, obviamente, yo no hago. 

Sonrío mientras le escucho, con el alma destrozada. Mi garganta se encoge, mi corazón se acelera y mis lágrimas pelean contra mí pujando por aflorar. Pero no las dejo, no puedo mostrar mi debilidad. Y no es por orgullo, es como defensa: no mostrar dolor es lo mejor para controlarlo. Dejar aflorar una sola lágrima sería el final de mi compostura, el no poder contenerme, el derrumbarme.

Habla de ella, y lloro por dentro. Callo y finjo atender, pero no puedo. Sonrío, y me ausento. Porque en ese punto lo único que puedo pensar es en lo idiota que soy por no saber salir de esa situación… Su decisión está tomada, ¿qué creo que hago?

Saldría corriendo, me iría muy lejos… donde no exista ninguno de los dos. Donde mi autoestima no se viera amenazada por una desconocida, donde mi amistad con él no anhelara algo más, tan deseado como imposible.

Y le veo feliz, y me alegra y me destroza al mismo tiempo. Porque su felicidad es lo que me hace desgraciada, pero al mismo tiempo mi mayor alegría es verle sonreir.

Y habla de ella con ilusión, como si fuera perfecta, justo como me gustaría que hablara de mí.

Y dice su nombre y mi mundo se hace un poco más pequeño, me asfixia, me falta el aliento, me enroco, me auto-protejo, me fustigo… y me enamoro un poco más de él. Sin sentido, como si tal cúmulo de sentimientos me confundiera aún más, mezclando dolor y placer, alegría y tristeza, deseo e indiferencia.

Y debería bajarme de esta montaña rusa emocional ahora que aún no ha descarrilado, pero es que… nunca he sido de las que se bajan en marcha…

 

Labiosgloss.-

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